El café, ese
rico antioxidante de agradable aroma, es el cuarto producto de exportación del
Perú, después de las uvas, paltas y mangos, y por encima de los espárragos y la
quinua. Entre los
beneficios del fruto del cafeto, así se llama el árbol que produce el grano del
café que llega a los 10 ó 12 metros. Entre los beneficios de este grano tostado
está que nos mantiene alerta, nos ayuda a quemar grasas, mejora nuestro
rendimiento físico, contiene nutrientes esenciales, disminuye el riesgo de padecer
diabetes y disminuye la posibilidad de sufrir enfermedades neurodegenerativas. El café se
puede tomar en cualquier hora y en diversas formas como el espresso, exprés o solo; o el capuchino,
americano, caffe latte y café con leche. Si lo prefiere puede tomarse un café
au Lait, café moca (Mokaccino) o caramelo macchiato.
El grano del
café tuvo su origen en los territorios de la actual Etiopía, cuando se llamaba
Abisinia, en el continente africano. El grano aromático inició su conquista del
mundo a partir de su expansión por los pueblos árabes hacía Europa.
La historia
cuenta que su llegada al continente europeo a partir del siglo 17 fue lo que le
permitió ser considerada casi una bebida transformadora del cuerpo y la mente. Algunos consideran que su consumo, en
sustitución de las bebidas alcohólicas, les dio a los europeos el estímulo
necesario para emprender transformaciones intelectuales, sociales y hasta
políticas.
El café fue
introducido por inmigrantes franceses en América Central a principios del siglo
XVIII, pero luego los holandeses extendieron su cultivo hacia América del Sur.
El cultivo de café permitió una ampliación de la frontera agrícola en varios
países americanos y fue un factor determinante para el crecimiento de la
población en terrenos que antes tenían escaso valor.
Para mediados
del siglo XVIII el café ya era producido en Chanchamayo, Moyobamba, Jaén, Huánuco
y Cusco, para el consumo local y para la exportación a Alemania, Chile y Gran
Bretaña.
Según un
artículo del diario “El Mercurio Peruano”, el primer café de Lima fue abierto
en 1771. Su dueño era el señor Francisco Serio y estaba ubicado en la calle
Santo Domingo, en la cuadra 1 del jirón Conde de Superunda, a pocos metros de
Palacio de Gobierno. Un año después se abrieron nuevos negocios en las calles
La Merced y Los Plumereros.
A partir de
1850 Chanchamayo tiene un ritmo constante de producción cafetalera, cuya difusión
fue gracias a los sacerdotes jesuitas y alcanzó sus más altos niveles a partir
de 1880. Posteriormente, la caída visible de los precios desencadenó la debacle
de la economía del país que fue más álgida a partir de 1902 y se recuperó en
1910. En esa época los precios internacionales del café permanecieron altos y
estables hasta 1920, lapso que coincidió con la alta producción de los
cafetales.
En la década
de 1930 el valle de Chanchamayo se consolida como una zona cafetalera con instalaciones
que permitían procesar mayores cantidades de granos, garantizando una calidad
uniforme. Simultáneamente, compañías formadas por capitales ingleses
recopilaban y comercializaban la producción de café del valle del río Perené,
que incluía Chanchamayo, Tarma y La Merced.
Durante el
período de 1950 a 1960 se consolida el cultivo del café en mérito al esfuerzo
conjunto de empresas productoras y exportadoras que alcanzaron reconocido
prestigio internacional. Sin embargo, la reforma agraria de 1968 afectó enormemente
el desarrollo de la agricultura peruana, eso determinó la aparición de pequeños
caficultores que la actualidad constituyen el grueso de los productores de café
en el país.
Las
convulsionadas décadas de los 80 y 90 en nuestro país repercutieron también en
la producción cafetalera. En los 80 las exportaciones se redujeron en un 50% y
en los 90 los movimientos subversivos arrasaron con áreas de cultivo y
destruyeron cooperativas. Hoy el café peruano es el primer producto de exportación
en todo el mundo.
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