viernes, 13 de mayo de 2011

LIBRO: GEMELOS PRISTINOS, EL TESORO DEL TEMPLO DE KUNTUR WASI

Yoshio Onuki | Kinya Inokuchi (Autores)

Los primeros momentos del desarrollo cultural en los Andes son puestos en una nueva perspectiva en Gemelos prístinos. El tesoro del templo de Kuntur Wasi, de los investigadores japoneses Yoshio Onuki y Kinya Inokuchi. El libro es una coedición del Fondo Editorial del Congreso y Minera Yanacocha.
Gemelos prístinos. El tesoro del templo de Kuntur Wasi será presentado el viernes 20 de mayo en la Sala Grau del Congreso de la República (5 de la tarde). Hablarán sobre la publicación los arqueólogos Luis G. Lumbreras y Enrique González Carré.
Yoshio Onuki llegó al Perú en 1960 integrando la Expedición Científica de la Universidad de Tokio formada con el objeto de profundizar el estudio de los orígenes de la Civilización Andina. La misión dedicó el primer decenio a explorar las ruinas de Kotosh, en Huánuco, luego acometió excavaciones en La Pampa, en Áncash (1969-1975), y continuó sus trabajos arqueológicos en Huacaloma (Cajamarca) entre 1979 y 1989. Desde 1988, puso en manos de Onuki las excavaciones en Kuntur Wasi, también en Cajamarca, que habrían de confirmar las hipótesis generadas durante las investigaciones anteriores. Kinya Inokuchi tuvo una participación central en tal proyecto, cuyas actividades continúan hasta el presente.
Los hallazgos de Kuntur Wasi conjugan la arquitectura, la orfebrería y la cerámica y, en conjunto, perfilan una nueva concepción del Periodo Formativo en los Andes. Contra las tesis de Julio C. Tello, canónicas durante largo tiempo, Onuki sostiene que Chavín fue un desarrollo local al que no se le puede reconocer el carácter de cultura matriz andina, según aseguraba el sabio, ni tampoco asignar una influencia general en el Perú primordial. De hecho, Onuki niega la existencia del Horizonte Chavín panandino, empleado ampliamente por los arqueólogos para sustentar la aparición de formas culturales complejas: agricultura intensiva, cerámica fina, textilería, arquitectura refinada y escultura acompañadas de una organización social en donde se identifica ya la forma Estado.
En su lugar, Onuki propone la existencia de distintas sociedades locales que, sin desdeñar el intercambio, estuvieron consagradas ante todo a un desarrollo interior en espiral. La renovación del “templo ceremonial”, ya identificable en Kotosh —muy anterior a Chavín en sus fases iniciales—, fue a su juicio el motor de las diversas innovaciones registradas en ellas. Hay que ver en la renovación arquitectónica de tipo ritual, dice Onuki, la causa, y no el efecto, como ha sido costumbre, de los progresos en la agricultura, la articulación social y los sistemas administrativos. Sorprendentemente, todos estos centros andinos habrían obtenido su fuerza de su amalgamación con pueblos de la costa, de los que adoptaron técnicas y conocimientos, y que serían en consecuencia las verdaderas fuentes de irradiación cultural en nuestro territorio. Para cerrar su propuesta, Onuki formula, con la valiosísima asistencia de Inokuchi, una nueva cronología, anterior en el tiempo, del Periodo Formativo en los Andes.
La primorosa nariguera de oro bautizada “Gemelos prístinos”, descubierta en Kuntur Wasi entre una profusión de objetos, manifiesta el notable refinamiento alcanzado por las culturas locales andinas estudiadas por Onuki. De paso, como solo se ha encontrado una pieza semejante en Calima (Colombia), fabricada 1.500 años después, inaugura una nueva veta teórica relacionada con las tesis del arqueólogo James A. Zeidler acerca de una “esfera pre-Chavín de interacción” en la zona tropical noroccidental de Sudamérica.      
La publicación se ha asegurado de sintonizar con el esplendor de los descubrimientos de Kuntur Wasi mediante un tratamiento gráfico lujoso, con amplia variedad de imágenes. Incluye a su vez un catálogo de todos los objetos hallados en el sitio arqueológico.

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